martes, 14 de diciembre de 2010

EZEQUIEL 24:15-18 — REPRIME EL SUSPIRAR.

Escrito por Eliseo Martínez
1. En la historia del profetismo nos encontramos con ministerios avasalladores, que impactan de tal manera, que uno se halla entre dos alternativas: dar marcha atrás, acomodarse o cumplir fielmente con la misión encomendada. En este texto electrizante, leemos que Ezequiel dijo: hice como me fue mandado.

2. La orden era: no llores, ni hagas luto por la mujer que es tu deleite y te es quitada de golpes, ni siquiera suspires; reprime el suspirar. Esta orden es una orden, diríamos hoy, fuera de serie. Ezequiel era un hombre como todo hombre y amaba entrañablemente a su esposa, Dios mismo lo reconoce cuando le dice: He aquí que yo te quito de golpe el deleite de tus ojos.

3. La mujer de Ezequiel era una mujer bella, más agraciada en su forma de ser, que atraía las miradas de su esposo que se extasiaba viéndola, observándola, deleitándose en ella. El ser quitada por Dios, era un golpe terrible para un corazón enamorado, cualquier ser humano se hunde en la desesperación, en el dolor de perder un ser amado. Pero a este hombre Dios le ordena suprimir hasta el suspirar y actuar como si no le está pasando nada y Ezequiel OBEDECIÓ.

4. ¿Cuántos que nos llamamos siervos de Dios estamos realmente dispuestos a seguir al pie de la letra la dirección de Dios en el ministerio que se nos ha encomendado? Recuerdo a estudiantes de una prestigiosa escuela teológica, que escribían al Directorio Denominacional del que estaba formando parte en la década de los 80. Escribían diciéndonos que estaban por graduarse y estaban dispuestos a servirle al Señor en donde Dios quisiera tenerlos. Qué bendición dijimos! pero después de la firma había una posdata que decía:  como, quiero seguir estudiando, que sea la capital. 

5. ¿Qué tan sensibles somos a la voz del Espíritu Santo? O el Espíritu Santo, sólo es una doctrina fundamental del cristianismo, pero no afecta absolutamente en nada nuestro caminar diario. ¿Tiene el Espíritu Santo control sobre nosotros, nuestros planes ministeriales? ¿Estamos dónde el quiere que estemos? ¿Hacemos lo que él quiere que hagamos?, Pablo, en el libro de Hechos, encontramos que hubo lugares a los que quiso ir a predicar el evangelio y el Espíritu Santo, literalmente se lo prohibió.

6. Sólo con un caminar constante bajo la dirección del Espíritu Santo, tendremos un ministerio que no se sujetará a un patrón establecido. Haremos no lo que la gente espera que hagamos, sino lo que Dios desea. No podemos ni debemos desarrollar el ministerio de acuerdo a nuestros gustos personales, nuestra forma particular de ver las cosas. La obra es de Dios y Dios decide que se hace y como se hace.

7. ¿Le gustó a Ezequiel que le quitasen a su esposa que tanto amaba?, por supuesto que NO. ¿Le gustó a Abraham que Dios le pidiese que sacrificara a su hijo Isaac? NO, NO y NO, pero obedecieron. ¿Qué es obedecer? Obedecer es hacer, no lo que yo quiero o me gusta hacer, es hacer lo que Dios quiere que haga. 

8. Sólo una relación estrecha y personal con Dios puede desarrollar la sensibilidad que necesitamos para que la dirección del Espíritu sea evidente en nuestra vida tanto personal como ministerial. Si vemos a Oseas, a Isaías, Jeremías, no se excluye ni lo personal ni lo familiar de lo ministerial.

9. La característica que debemos poseer indispensablemente es la OBEDIENCIA.

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